El dolor, nos guste o no, forma parte de nuestras vidas. Es un mecanismo de nuestro cuerpo que nos recuerda que estamos vivos y a pesar de lo duro que pueda parecer la afirmación, el dolor tiene su parte buena, porque está creado para protegernos.
El dolor forma parte del sistema de defensa de nuestro cuerpo. Si sientes dolor es porque tu sistema nervioso te está avisando de que hay alguna parte de tu cuerpo amenazada y es necesario poner remedio. Se trata de una alarma de nuestro cuerpo a la que debemos prestar atención.
El dolor es una sensación que crea el cerebro. Por eso, es una sensación que no se puede palpar, ni medir, es algo que no existe realmente. Con el tiempo, podemos aprender a interpretar el dolor y por eso cada persona responde de forma diferente a una misma lesión.
Cuando lesionamos alguna parte de nuestro cuerpo, no necesariamente notamos dolor. Cuántas veces hemos escuchado la frase de «empecé a notar el dolor cuando terminó el entrenamiento«. Esto se debe a que nuestro cerebro es lo suficientemente inteligente para priorizar, es decir, en casos extremos, cuando el cuerpo tiene la prioridad de salir corriendo, por ejemplo, ante un peligro inminente, la sensación de dolor desaparece y solo se siente cuando uno ya está a salvo.
No notar dolor, es un fallo peligroso del sistema. Esto ocurre, por ejemplo, con determinados tipos de cáncer. Con todo, no siempre que sintamos dolor en una determinada parte del cuerpo, es porque nos duela esa parte. Con la ciática, es posible que nos duela toda la pierna, pero en realidad la pierna está bien, y el problema está en la zona lumbar.
Por eso, cuando sintamos dolor lo más importante es acudir a un profesional que sepa interpretarlo, y que no tanto nos ayude a eliminar esa sensación sino que vaya a la raíz del problema que lo está ocasionando.