Los fisioterapeutas no sólo se ocupan de recuperar las diferentes patologías que puede sufrir nuestro cuerpo, sino que también son una pieza clave a la hora de prevenir posibles lesiones en los lugares de trabajo, buscando adaptar el trabajo a las capacidades y posibilidades de la persona.
El puesto de trabajo
Generalmente es en el puesto de trabajo donde pasamos la mayor parte de horas del día y en él nos podemos encontrar una serie de riesgos físicos que pueden perjudicar tanto a nuestra salud como al rendimiento laboral.
Permanecer muchas horas sentado frente al ordenador en la misma posición, realizar movimientos repetitivos en una cadena de producción, trasladar objetos pesados o la realización de trabajos de precisión manual son algunos ejemplos a tener en cuenta a la hora de valorar un puesto ergonómico de trabajo debido a que nos pueden suponer una carga postural, ya sea por la movilidad restringida o bien por las posturas mantenidas o repetitivas inadecuadas.
Malas posturas
Todas las «malas posturas» y más si son mantenidas en el tiempo, darán lugar, a corto o largo plazo, a posibles lesiones musculares, articulares, trastornos circulatorios que nos provocaran dolor y con ello, una incapacidad laboral temporal.
En este sentido, es fundamental la figura del fisioterapeuta que puede realizar un estudio del lugar de trabajo, de las acciones que se realizan en el mismo, las posturas y los esfuerzos.
Y es que cada trabajo precisa una posición determinada de la persona, que a su vez debe estar adecuada al tipo morfológico de cada una (altura, complexion, fuerza).